Este desarrollo de obra comprende un proceso de investigación mediante la experimentación y el cruce de los diferentes recursos análogos y digitales en donde el fin último de la obra resulta el proceso más que el acabado de la misma.
El “hacer” constantemente tensionado por los modernos recursos que tiene el artista para simplificar el trabajo de taller, el rescate del oficio como actividad que requiere habilidad manual y/o esfuerzo físico y el rigor de las técnicas. El acto del hacer fotográfico como un oficio en extinción, el trabajo conceptual desde la re-significación de objetos cotidianos a modelos de arte y como esto puede ser respaldado mediante una investigación experimental.
También este proceso comprende un cruce de eras: aparatos fotográficos y digitales. La crítica al usuario, la distinción entre artista y aficionado desde la humilde, pero ácida honestidad con el fin de revindicar el oficio real que ha sido desvirtuado por la era digital empoderando falsamente a usuarios “fotográficos” con el fin del consumo de mercado. Con esto nos referimos al estallido de Smartphones, cámaras digitales entre otras cosas.
No es sorpresa que renombradas e históricas marcas de óptica fotográfica como Leica y Hasselblad se hayan entregado al estallido tecnológico de la mano de los celulares, la comodidad, los precios y los tiempos no tienen comparación a las antiguas técnicas de imagen fotográfica pero es ahí donde radica realmente el conflicto, lo que resta de una época, suma en la otra, es decir, el rigor de la imagen ya no es lo mismo que antes porque vivimos en una época en que las obturaciones pueden ser infinitas sin importar que pase una tras otra sin resultado alguno, una época de deshecho y obsolescencia (programada) donde la inmediatez es primordial y el azar no es opción, muy por encima de lo que fue la época analógica.