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¿Por qué decidiste estudiar Kinesiología?
Yo soy oriundo de Santiago y por temas personales me tuve que trasladar a vivir a la región. Llegué a Quintero en noviembre a vivir con mi mamá y mi abuela y en diciembre se venía el proceso de postulación a las universidades. Tenía claro que quería estudiar algo relacionado con el área de la salud, estaba entre Enfermería, Kinesiología y Odontología. Revisando la malla de kinesiología de la Universidad Viña del Mar me llamó mucho la atención que poseía muchos ramos prácticos y eso me interesó mucho porque desde siempre me gustó la vinculación y la interacción con las personas, aspecto prioritario en nuestra profesión.
¿Cómo contribuyó la universidad en la formación del profesional que eres hoy?
Cuando inicié el proceso de internado me tocó conocer a estudiantes que provenían de otras universidades y ahí pude darme cuenta de que el profesional de la UVM se caracteriza por un desarrollo importante de lo que se conoce como habilidades blandas. Siento que en la universidad nos preparan harto en ese aspecto, sobre todo a los profesionales que nos desempeñamos en el área de la salud y que por lo mismo ya traemos casi en el ADN una necesidad de ayudar a otros, de ponernos a su servicio de una manera empática. Los académicos propician harto este desarrollo, manteniendo una relación cercana y de harta interacción con los alumnos.
¿Cuáles fueron tus primeros desafíos en el mundo laboral luego de tu egreso de la universidad?
Mi experiencia laboral al comienzo fue difícil, no muy distinta a lo que le pasa a la mayoría, pero siempre he creído que el éxito depende mucho de la actitud y de la voluntad personal. Recuerdo que el primer año arrendamos una consulta con un grupo de compañeras, pero duró muy poco, no nos fue bien. Fue así como decidí ir a ofrecer mis servicios de atención kinésica a los gimnasios. Estaba en eso cuando se me dio la oportunidad de trabajar en un centro de buceo en el área de preparación respiratoria y física previa al acto de sumergirse. Ahí estuve dos años y me permitió capacitarme en el área y empezar a comprender que la Kinesiología no sólo se limitaba al trabajo en un box o un hospital, sino que había otras áreas de desarrollo interesantes, innovadoras y desafiantes.
¿Qué otras herramientas entregadas por la universidad han sido vitales para tu tránsito profesional?
Algo que me ayudó mucho tras mi titulación fue ser beneficiario de estas becas que la universidad pone a disposición de los titulados y egresados a través de los programas de perfeccionamiento. Se trata de programas semestrales y yo los aproveché al máximo. Tomé uno de apresto laboral que me entregó herramientas para el proceso de buscar trabajo, otro de gestión de proyectos y otro de herramientas metodológicas para la educación superior, todos muy interesantes y de gran aporte para mi desarrollo profesional.
¿Cómo llegas a desempeñarte en las terapias asistidas con animales?
Este camino lo inicié de la mano con la oportunidad de trabajar en el área de la discapacidad intelectual. Cuando estudiaba mi anhelo siempre fue dedicarme a la terapia manual, al trauma, pero la vida me fue mostrando otros caminos. Mi primer trabajo oficial en esta área fue en una escuela especial en Quintero con un contrato de 5 horas semanales. Al año siguiente esas 5 horas fueron 20 y fue en esta etapa que me contactó una educadora diferencial para invitarme a trabajar en un proyecto de equinoterapia en el rancho Kawell. En ese momento yo no tenía capacitaciones en el área de las terapias con caballos, pero si experiencia en el trabajo con la discapacidad, así que accedí al llamado. Una vez allí me comencé a capacitar, y en unos de esos diplomado conocí a una profesional de la fundación Cintec que me invitó a conocer la canoterapia, que es la terapia con perros.
¿Cómo se llevan a cabo las terapias alternativas con animales como los caballos y los perros?
Lo primero que hay que tener claro en este tipo de terapias es que son un complemento, por lo que no reemplazan al tratamiento médico o farmacológico de base para atender determinadas patologías o condiciones de salud. Sin embargo, su contribución a mejorar los estados físicos y emocionales de los pacientes son evidentes. Previo a desarrollarlas es vital hacer una acabada evaluación del paciente, un proceso que debe ser realizado de manera multidisciplinaria, con una mirada más amplia, que no sólo considere a la persona que la requiere, sino que también a su entorno, a su grupo familiar. Por eso cuando hacemos este tipo de terapias no solo hay presencia del kinesiólogo, sino que también de profesionales como psicólogos, terapeutas ocupacionales, médicos y fonoaudiólogos.
¿Qué tipo de patologías o condiciones se pueden atender con la equinoterapia?
En la equinoterapia se trabajan tres áreas relevantes. Una de ellas es la hipoterapia cuyo principal beneficio se genera a través del movimiento tridimensional del caballo. Al montar, el cuerpo humano es capaz de emular los mismos movimientos que tiene la pelvis cuando hace el ejercicio de caminar, de ahí que se sugiere para personas con limitaciones físicas, y condiciones como parálisis cerebral, trastornos del neurodesarrollo, Parkinson, y todas aquellas alteraciones de control de tronco que impidan a la persona caminar o sentarse. Luego tenemos la equitación terapéutica, que se usa para el tratamiento de condiciones relacionadas con aspectos emocionales, como por ejemplo la interacción de vínculo, la dificultad en la atención, objetivos educacionales. Y finalmente está la equitación adaptada, actividad ecuestre destinada a personas con limitaciones o discapacidad, pero cuyo objetivo es deportivo o de ocio.
¿Qué tipo de patologías o condiciones se pueden atender con la canoterapia?
Hace poco en el rancho Kawell tuvimos a una paciente con daño cerebral debido a una intoxicación por drogas, y que quedó con problemas de movilidad y fuerza en sus extremidades superiores e inferiores. Con ella teníamos que trabajar la fuerza, el poder desplazarse y, sobre todo, el área psicoemocional, pues ella misma llegaba a terapia con la predisposición de no poder hacer sus ejercicios. Fue ahí cuando decidimos incorporar a Zeus en el proceso, poniéndolo debajo de ella cuando hacía sus ejercicios en postura de cuatro apoyos. El vínculo con el perro y la intención de no dañarlo con su cuerpo durante el ejercicio la motivaron a hacerlo, a lograrlo y comenzar a mostrar avances. En la actualidad trabajo la canoterapia a través de un proyecto que se ejecuta en la comuna de Zapallar con usuarios de la comuna y en el rancho Kawell con tres proyectos financiados con el Fondo Nacional de Desarrollo Regional (FNDR).
¿Qué condiciones deben tener los caballos y perros para ser usados en terapias?
Se debe hacer una selección previa del animal, por ejemplo, en el caso de los perros se les practica un test a las 6 semanas de nacidos para identificar su temperamento de adulto, y en el caso de los estudios que se realizan a perros grandes se busca identificar su comportamiento a nivel sensorial. Luego debe haber un entrenamiento y adecuación al trabajo de terapia, donde al perro se le entrena, pero respetando su esencia animal y haciéndolo partícipe de actividades que el disfrute y se sienta cómodo. En el caso de la canoterapia las razas más usadas son el golden retriever y el labrador, por ser canes de muy buen temperamento, amorosos, y que logran una conexión emocional potente con el ser humano. En el caso de la equinoterapia el caballo chileno es la raza más usada, aunque también se puede trabajar con percherón y poni, y no necesariamente debe ser un animal de edad avanzada, puede ser un caballo joven que dé respuesta a las necesidades del paciente.
¿Cómo debe ser la relación del animal con el terapeuta?
El perro que trabaja en las terapias, y que se llama Zeus, vive conmigo porque es vital que exista un vínculo potente entre el animal y el terapeuta. Él me acompaña gran parte de mi semana laboral, no sólo al rancho, sino que también al Pequeño Cottolengo donde trabajo con niños y niñas con discapacidad severa y profunda. En este espacio ha sido potente ver, por ejemplo, como niños que tienen dificultad para conectar con su entorno, para mantener contacto visual con otros si lo logran hacer con él”.
¿Cómo llegas al mundo de la docencia?
En marzo del 2021 recibí un llamado de unos de mis profesores para consultarme si estaba interesado en tener alumnos de internado en los lugares donde me desempeño laboralmente, y así es como hoy alumnos de la carrera de Kinesiología de la UVM asisten a hacer sus prácticas en el rancho y en el hogar el Pequeño Cottolengo, donde también cumplo funciones. Tener esta posibilidad me ha gustado mucho pues me permite transmitir a los estudiantes que el área de desempeño de la profesión es amplia. Donde existan personas, donde haya pacientes el kinesiólogo puede desarrollarse profesionalmente. Asimismo, promover las terapias asistidas con animales también es un tremendo desafío, yo sueño con un centro donde se desarrollen este tipo de terapias complementarias, para personas con discapacidad física o con necesidades psicoemocionales.
¿Qué consejo les darías a los jóvenes que están pensando en estudiar una profesión universitaria?
Simplemente optar por esa carrera que les haga sentir amor en el día a día, y no por lo que les permita lograr en el futuro. Ahora si dentro de las opciones está la Kinesiología, enfatizar en que se trata de una carrera que va acompañada de mucha emoción, que ha sido capaz de diversificarse y donde se vive el contacto directo con las personas a diario. Kinesiología es una profesión donde el desafío está en diferenciarse, siempre he sostenido que los pacientes no te van a recordar por la cantidad de diplomas que ostentes, sino por cómo eres capaz de relacionarte con ellos, desde la empatía, el buen trato y, por supuesto, el amor. Entender al paciente y a su entorno son claves para el éxito de este trabajo.