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En la década de los 60 Latinoamérica presenciaba el aumento de situaciones de discapacidad producto a la epidemia de poliomielitis que afecto a todo el continente, en ese contexto se invitó al país a la Terapeuta Ocupacional de Estados Unidos Beatriz Wade, quien propició la generación de los primeros centros de medicina física y rehabilitación, y que propulsó que la Universidad de Chile iniciara la carrera en 1963. El 5 de abril de 1967, se reunió un grupo de los primeros egresados de la disciplina con el objetivo de crear la Asociación Nacional de Terapeutas Ocupacionales (ANTOCH). En esa reunión fue elegida presidenta, Eliana Vidal. Ese día marco el hito que conmemoramos hoy “el Día Nacional de la Terapia Ocupacional”, que refleja la historia de nuestra profesión en Chile y el esfuerzo gremial de propiciar la disciplina a nivel nacional.
La terapia ocupacional es una profesión sociosanitaria que busca alcanzar el máximo desempeño ocupacional de las personas, entendiendo a la ocupación como todas las actividades que se desarrollan en la cotidianidad para satisfacer las necesidades y deseos personales. Sin duda, en cada etapa del ciclo vital esas ocupaciones dependerán de la persona, del contexto o ambiente donde está inmerso, así como también de las habilidades motoras, cognitivas, sensoriales y de interacción social necesarias para la ejecución de dichas actividades, lo cual puede verse afectado por situaciones vinculadas a la salud, situaciones de discapacidad y/o vulnerabilidad social
Se puede resumir que el rol de la terapia ocupacional busca que la persona logre el máximo desarrollo de sus ocupaciones a través del abordaje de sus habilidades, adaptaciones de las actividades, el uso de ayudas técnicas, medidas de accesibilidad, uso de tecnologías, entre otras, que permitan a la persona participar y comprometerse con lo que necesitan y desean hacer, lo que se vincula con la dignidad y justicia ocupacional.
Karla Hernández, jefa de carrera de Terapia Ocupacional UVM.
Por tanto, se puede requerir de un terapeuta ocupacional frente a diversas situaciones y momentos de la vida, por ejemplo, niñas (os) con retraso o rezago en el desarrollo psicomotor o que presenten alguna patología neurológica o alguna condición de neurodivergencia que limiten su participación ocupacional.
En adultos se puede requerir de un terapeuta ocupacional para alcanzar altos niveles de independencia y autonomía para participar en la educación, el trabajo, el ocio, los roles familiares, entre otros, que se han visto afectados producto de un daño cerebral adquirido, lesión medular, traumatismos, cuadros reumatológicos, entre otras condiciones de salud física, incluyendo a las personas con diagnósticos de salud mental y psiquiatría.
En las personas mayores las derivaciones a un terapeuta ocupacional tienen por objetivo preservar la independencia alcanzada en la adultez, comprendiendo que las habilidades comienzan a afectarse producto del envejecimiento y de la presencia de enfermedades y que, a pesar de ello, deben disfrutar de su periodo de jubilación, actividades de ocio y roles vinculados a la familia y los grupos sociales.
No solo las situaciones de salud pueden impactar en el desempeño ocupacional, también existen problemáticas relacionadas con la vulnerabilidad social, por lo que la terapia ocupacional se encuentra fuertemente incorporada en el trabajo con personas infractoras de ley y otros servicios de protección social.
Entonces, las intervenciones serán variadas y situadas en torno a la problemática de la persona y se utilizarán diversas estrategias lograr la inclusión social.
Finalmente, la terapia ocupacional es una profesión que aborda integralmente al ser humano, donde la ocupación es el resultado de la interacción de la persona, con su ambiente y las actividades que hace y hará, para lograr sentirse autoeficaz, autónomo y por qué no, feliz”.
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