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La Asamblea General de las Naciones Unidas, en resolución del 14 de diciembre de 1990, proclamó el 1 de octubre como el “Día Internacional de las Personas de Edad”. Posteriormente, en Ginebra, en septiembre de 2016, la Organización Mundial de la Salud constató la existencia de actitudes negativas y discriminatorias hacia las personas mayores. Estas conductas –constata la OMS- están muy extendidas y son perjudiciales para la salud física y mental de los adultos mayores: pueden incluso llegar a pensar que su vida tiene menos valor, aumentando con ello la depresión y el aislamiento social de este grupo.
De esta forma, hoy en día, podemos ya hablar derechamente de una nueva forma de exclusión, marginación y maltrato hacia el adulto mayor. Se trata del EDADISMO; un fenómeno comparable con otras formas de discriminación como el sexismo, la xenofobia o el racismo.
Resulta necesario desde el punto de vista sanitario tomar medidas para contrarrestar esta situación indeseable. Los adultos mayores son sujetos de derecho como cualquier otro grupo de la sociedad y como tales son merecedores de respeto. Tanto es así, que frente a discriminaciones por causa de edad podrían eventualmente presentar reclamos; recursos y solicitar se apliquen sanciones y medidas disciplinarias contra los funcionarios públicos implicados por ejemplo.
Algunas conductas típicas de edadismo incluyen el uso de palabras tales como “tatita” o el uso de etiquetas que subestiman al dirigirse al adulto mayor. También es considerada una conducta de edadismo el maltrato físico o psíquico, la humillación o relegación por edad, la exclusión o el ignorar a este grupo etáreo por ejemplo de parte de la distintas instituciones que existen en una sociedad moderna, por ejemplo, un servicio público, una institución bancaria u otra cualquiera que no permita el libre ejercicio de derechos fundamentales al adulto mayor.
Desde el punto de vista sanitario, los profesionales en salud deben en primer lugar tener incorporada la terminología asociada y las distintas conductas que el edadismo puede adoptar. Esto, debido a que los servicios públicos y sus funcionarios son en cierta forma garantes del cumplimiento de la normativa vigente que garantiza el acceso a las distintas prestaciones de salud implementadas, por ejemplo a través del AUGE o GES.