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La pandemia de Coronavirus puso las alertas, pero no sólo por la enfermedad en sí, sino que también por la disponibilidad de alimentos. La ciudadanía volteó la mirada hacia los agricultores. Y dado el contexto de vulnerabilidad actual, el pensamiento colectivo divagó en función de un desastre alimenticio.
Para el jefe carrera de Agronomía de la Universidad Viña del Mar (UVM), Ricardo Astorga, esta situación es difícil que ocurra, dado que “hace muchos años que la producción y comercialización agrícola se ha dinamizado intensamente. Pese a ser poco transpa8rente y muy atomizado, ha hecho que los agricultores mantengan su propia red comercial con mayoristas y minoristas”, precisó.
Astorga, quien fue Seremi de Agricultura de la Región de Valparaíso, agrega que se suman además los factores climáticos y que el sector ha crecido en función de las variaciones del mercado y de los consumidores. “Por harto tiempo, los agricultores han demandado por mayor apoyo no tan sólo en inversiones o capital, sino que también en tecnología, trasparencia y diversificación de mercados, situación que ha avanzado más lento que las necesidades del sector. Un sector no priorizado para el consumo interno, podía “no dar el ancho” en la pandemia. No obstante, la cadena de abastecimiento ha sido satisfactoria, no sólo en términos de los volúmenes comercializados, sino que, en precios”, puntualizó.
El académico menciona que los precios han descendido, esto según el análisis de coyuntura Covid -19 en América Latina, documento emitido por el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP) y validado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), institución que señala en su informe de mayo 2020 que los precios del rubro alimentos fueron negativos, es decir, disminuyeron en relación al mes anterior.
“Considerando la emergencia sanitaria y la sequía, la respuesta ha sido muy positiva y permite observar las oportunidades que existen. La profesionalización del sector ha mejorado el desempeño de los productores que a diario se encuentran con desafíos como, por ejemplo, la pandemia u otros acontecimientos que los ponen a prueba, ya sea por efectos del cambio climático, inundaciones, incendios forestales, etc. Es aquí donde hace sentido la colaboración y el estar en una posición cercana al mundo productivo, de manera de transferir conocimientos y tecnología. Colaborar para que la cadena productiva cada vez tenga más certidumbre es un desafío colectivo y que ha sido puesto a prueba en el difícil contexto en que nos encontramos y puede ser la oportunidad para mejorar las debilidades que mantiene el sector”, concluyó.